lunes, 28 de junio de 2010

A LA MEMORIA DE YOLANDA

Palabra, fuego y barro, ardiente dedo que encubre el labio que apenas nombra tu nombre de ternura. Ya los manojos de flores son selvas repletos de aire y nieve, agua y espuma, frescura y descanso sosegado de torrentes cristalinos.
Por dentro el vacío más pleno, tú sola tú, llena de cariño y alegrías, con los tuyos en la memoria, envuelta de inmortalidad tu mirada, tus pensamientos se han transformado en un corazón que palpita al ritmo del universo en ese espacio mudo. Tu lugar se ha llenado de la memoria familiar, los lamentos de tus amigos más allegados duermen placidamente en el remanso de tu pecho, tu marido y tu hijo forman una guirnalda de lagrimas alrededor de tu frente, y en tus ojos dos zafiros de luz iluminan la soledad que apesadumbra el recuerdo vacío que ha quedado en el rastro de tu historia, huella imborrable que hiere el pasado de una herida que no calma. Y ahora una luz radiante graba a fuego día a día el vacío de tu recuerdo como si los segundos cantaran tu nombre a coro sobre las notas musicales de una tierna melodía. Yolanda será tu nombre para aquellos que tuvimos la suerte de compartir tu vida y tu ofrenda.

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