martes, 18 de mayo de 2010

DEL CUIDADOR DE OVEJAS.

Son cientos los blancos corazones que se dejan llevar por las verdes praderas y a ciegas ven el verde reluciente, pero los pastor-lobos las llevan por montañas y valles, cebando su cerebro de paraísos futuros e inciertos destinos, todas van juntas, calladas, mudas y sedientas de agua cristalina, pero llenas de disco rayado.

Su lana codiciada, su carne requerida para degüello. La realidad es que son falsas ilusiones y por no tener no tienen ni identidad. Son un número aunque amado falsamente. Todas creídas de su mejor futuro eterno, sin que por ello se sospeche en el camino que los lobos-pastores van cantando falsamente una canción.

Se oye llegar el rebaño, desde todos los lugares de la tierra, van por senderos trillados, por verdes prados; llegan millones con su buena carne, lana y leche que ordeñar. Muchas en el camino han sucumbido por el esfuerzo requerido, otras más fuertes han continuado firmes en el ánimo de la esperanza entre los brazos de su propio enemigo. Despertad rebaño amoroso, despertad almas de caridad, abrid bien los ojos pues el destino es crucial.

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