miércoles, 31 de marzo de 2010

EL FUTURO QUE NOS QUEDA.

Desde mi presente veo el vacío que se llena de proyectos para estos días de semana santa, la lluvia y el viento que en rincones escondidos y parajes desiertos abren los ojos para ver; rocas vivas que de esperar están petrificadas, ven pasar por las callejas vacías y olvidadas a los viandantes perdidos, todo espera en un tiempo futuro que se convertirá en presente. En el momento del encuentro que ahora parece tan cercano, será presente y viveza en un instante y todo pasara, pues la línea del presente se borra con el pasado y el futuro dejando instantes de silencio y meditación. Tras los cristales mojados por la lluvia se fijaran unos ojos sedientos de imágenes, pensamientos que solo conocerá el creador que los genera, y la imaginación desplegando velas llenando sus espacios de verdaderos recuerdos entumecidos del pasado. Una Iglesia y cien casas quedaran sembradas en la tierra del pueblo que me vio nacer, seguirán inmóviles, silenciosas, llenas de vacíos y silencios, de personas solapadas a las sombras de los espacios interiores, y quizás me vaya sin saber si están algunas habitadas o desiertas, pero allí quedaran un año más a la espera del verano donde todo estará más iluminado.

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