La expiración cándida se viste de negro, arrastrándose por
los túneles transita desesperada buscando apeaderos donde hallarte, trae una balada
que anestesia, sin darte cuenta te lleva, y es temerosamente humana, no deja rastro.
Se va como viene, sin vestigio en las vías, sin murmullo que excite. Es como un
apagón que de repente deja un destello de luminosidad que ciega por momentos,
después todo vuelve a ser igual. Pero tú te has ido en ella envuelto en su hábito
de oscuridad. Y cuando despiertas del aturdimiento…… ya es tarde porque has dado
el paso decisivo a otro estado, a otro andén donde te dejarán desnudo de
recuerdos.
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