Señora, todavía es temprano, solo a mí se me ocurre venir tan pronto. Tiene usted un fuego arrancado de su temprana edad, precisamente en su conversación íntima se enciende la palabra como un fuego que amablemente viene de siglos atrás o quizás de alguna caverna eternamente oscura . A pesar de su nombre consagrado, veo en usted tantas cosas que me alarma esta realidad y quizás le de toda la importancia del mundo a ésto que usted me ofrece.
Su existir, su cuerpo, su belleza, todo esto es mi ordenado padecimiento, corro hacia su amor como el frío al invierno, no significa que tenga necesidad de aislarme, prefiero estar en este mundo y sentirla como se siente el tiempo cuando se piensa en él. ..... Usted ha escondido mis palabras en la piel de su cuerpo, y yo le eché mis mejores versos por propia propuesta mía, sin que ésto último sea inútil. Ha enterrado usted mi vida en la suya y ya no sé si usted soy yo. Pero no importa, siempre vamos a ver que usted no me impide que la bese con sus propios labios.